Sevilla fue la capital de la provincia de al-Andalus, lugar en el que residieron algunos de los califas almohades que convirtieron a la ciudad en una auténtica metrópolis de la época. Este itinerario te muestra este legado histórico a través de sus vestigios arqueológicos y arquitectónicos, sus relatos y su memoria.
Una de las etapas más brillantes de Sevilla tuvo lugar bajo el poder de los almohades
tweetAquí se hallaba la Mezquita de Ibn Adabbas, construida en época del reinado de Abd al-Rahman II (829/214 H), tal como aparece en el epígrafe sobre una columna que hoy día se exhibe en el Museo Arqueológico de Sevilla. De esta mezquita apenas se conservan elementos visibles, salvo el alminar (torre-campanario posterior) y el espacio del patio de abluciones (Patio de los Naranjos). Otros restos se pueden observar en la cripta, con acceso desde el patio. Esta mezquita fue demolida en 1671, en cuyo solar se construyó la posterior iglesia barroca.
De esta mezquita aljama se conservan, parcialmente, el alminar, el patio de abluciones y algunos accesos, ya que la sala de oración quedó sepultada bajo la actual catedral gótica. Las obras se llevaron a cabo durante los reinados de Yusuf I y Yacub I, 1172-1198, en tres fases constructivas principales.
La primera etapa, iniciada en 1172, estuvo dirigida por el arquitecto Ahmad Ben Baso. Este primer paso consistió en delimitar el trazado del edificio, así como en la demolición de las viviendas que se encontraban en el solar y que han sido detectadas en las distintas excavaciones arqueológicas que se han realizado en el edificio gótico. La segunda y tercera etapa se corresponden con la construcción del alminar y las diversas reparaciones que fueron realizadas en la mezquita.
Patio de abluciones (sahn).
Del sahn se conservan las galerías este y norte y el gran aljibe que se encuentra bajo el patio. Es en el patio de abluciones donde podemos ver los grandes arcos túmidos (de herradura apuntados) que nos ayudan a imaginar el aspecto de la sala de oración de esta gran mezquita aljama.
La Puerta del Perdón.
La puerta principal es la conocida como puerta del Perdón, en ella se conservan unas magníficas yeserías del más puro estilo almohade (en el intradós del arco junto al patio) siendo la fachada exterior un añadido de 1519 en estilo plateresco (renacentista).
La mezquita debió tener varios accesos, de los que se conservan tres en el lado este y uno en el lado norte. Las puertas del lado este son iguales, arco de herradura túmido con alfiz estrecho hasta la línea de imposta. Actualmente permanece abierta la situada más al sur, con bóveda de mocárabes.
Otro de los elementos importantes a destacar, en relación con la mezquita aljama, es la mida o sala de abluciones que pertenece oculta en la actualidad.
El califa Yusuf I dio orden de su construcción el 13 de safar del año 580H, 26 de mayo de 1184, cuando llegó a Sevilla para emprender la campaña militar de Santaren. A la muerte del califa fue su heredero, Yacub I, el que continuó con las obras cuyo arquitecto encargado sería de nuevo Ahmad ben Baso. Según la Crónica de al-Sala, éstas se paralizaron en 1189. Las obras se reanudaron bajo la dirección de un nuevo arquitecto: Ali de Gomara. Se construyeron los dos cuerpos de la torre en ladrillo, siguiendo una estética ornamental de gran trascendencia para este periodo: paños de sebka. Una labra en ladrillo que confiere ligereza y refinamiento a la obra y será uno de los elementos artísticos más característicos del periodo almohade.
Se trata de una torre de planta cuadrada, de 13,61 m de la lado y 50,51 m de altura, aproximadamente, constituida por dos machones concéntricos en torno a los cuales se desarrolla el acceso mediante rampas. El alminar quedaba coronado por un elemento llamado yamur (vástago en el que quedaban insertas cuatro manzanas doradas de tamaño decreciente). Este remate se erigió para conmemorar la victoria de Yacub I en la batalla de Alarcos y permaneció en la torre hasta su desplome a causa de un terremoto acaecido en 1356.
El Alcázar se incorpora a la ciudad en el extremo meridional, junto al puerto, entre los dos cauces fluviales: Guadalquivir y Tagarete. Una posición estratégica que permitía el control del acceso a través del río y desde el sector sur. La construcción del alcázar y sus sucesivas ampliaciones fueron provocando transformaciones en la estructura urbana, tanto por la demolición de espacios construidos previamente como por la creación de nuevos palacios y núcleos habitacionales en su interior y en torno a él. Un espacio que llegará convertirse en el centro político y religioso de la ciudad durante la etapa almohade. El lienzo que podemos contemplar desde el exterior del recinto actual corresponde a la construcción del alcázar primitivo.
La torre de esquina del recinto, llamada de Abd al-Aziz o de Santo Tomás, es hexagonal y cuenta con una cámara a la altura del adarve. Actualmente permanecen exentos cuatro de sus lados, quedando los otros dos embutidos en la casa adosada (nº 17 de la calle).
Arquillo de Mañara: Esta puerta, que era monumental, corresponde al acceso del área palatina desde el río y la zona portuaria.
El sector de la muralla mejor conservado corresponde a la trasera de las atarazanas y a la puerta llamada “postigo del Aceite” siendo ésta junto con la de la Macarena y la de Córdoba los únicos accesos de la muralla urbana, de los doce que tenía, que se conservan en la actualidad.
Conocemos el topónimo árabe de esta puerta, que es el de Bab al-Qatay o puerta de las Naves, el topónimo se cita a propósito de la orden del califa Yusuf I en 1184 para que se iniciara la construcción de las atarazanas, entre esta puerta y la de Bab al-Kuhl o “puerta del Alcohol”. Poco después de la conquista cristiana aparece mencionada como la puerta de la “Alfondiga del Azeyte” y ya en 1404 se denomina la “Puerta del Aseyte”. Se trata de una puerta con acceso directo flanqueado por dos torres. Las torres son macizas hasta la altura del adarve y tienen una cámara.
En la esquina noroeste del recinto XI (véase plano)está la llamada Torre de la Plata, torre octogonal con tres cámaras superpuestas, que controlaba el acceso por el “Postigo del Carbón” y la zona portuaria o “El Arenal”. La torre es un caso único en la cerca sevillana, aunque tiene paralelos en otras torres almohades de al-Andalus.
Un auténtico fortín, desde donde se dominaba el río, se flanqueaba el Arenal y se defendía la entrada hacia el Alcázar desde el oeste.
La Torre del Oro es una coracha, es decir, una torre que se adelanta con respecto a la muralla, pero que está unido a ella. Tenía una cuádruple función: servía para la aguada del alcázar, protegía el espacio que ya en 1248 se llamaba el Arenal, flanqueaba el río por medio de una cadena que lo atravesaba desde esta orilla a la de enfrente, según sabemos a través de la Primera Crónica General de España y, finalmente servía de torre almenara (observación), de señales y de luz de estiaje orientando en la navegación por el Guadalquivir.
La torre del Oro era el bastión defensivo del río Guadalquivir. No olvidemos que cuando la cadena que protegía el puerto fue rota por la flota cristiana al mando del almirante Bonifaz, el puente de Barcas quedó abierto, se produjo la toma del castillo de Triana y la rendición de la ciudad después de casi dos años de asedio.
Sevilla tiene una excelente posición entre el Mediterráneo y el Atlántico y en época almohade fue también la puerta entre el Magreb (Norte de África), al-Andalus y el resto de la Europa cristiana. Su puerto estaba en la zona conocida como el Arenal, desde la torre del Oro hasta el puente de Barcas.
La renovación de la ciudad a partir de 1171 incluyó también la creación y mejora de sus infraestructuras y en este sentido se construyó el primer puente sobre el río Guadalquivir, el puente de Barcas y toda una serie de puentes de menor tamaño que las fuentes castellanas denominan pontanillas y que salvaban el cruce por el río Tagarete frente a las puertas de la muralla. El puente sobre el río Guadalquivir fue sin duda la obra de mayor envergadura, estos trabajos comenzaron el 4 de septiembre para finalizar el 9 de octubre del 1171, fue por tanto la primera de las reformas emprendida en el proyecto de Yusuf I de hacer una capital de Sevilla.